Gemeinsame Ausstellung  „Percepciones“ in der Botschaft von Mexiko in Berlin, Deutschland, März 2001. Eine wichtige Aufgabe der mexikanische Vertretungen im Ausland ist die Verbreitung und Bekanntmachung der Kultur des Landes. Zu diesem Zweck werden häufig Werke von Künstler, die in Mexiko leben und arbeiten, im Ausland präsentieren.

Exposición colectiva „Percepciones“ de artistas mexicanos, radicados en Alemania, en la Embajada de México en Berlín, Alemania, Marzo 2001. Una tarea de gran significado para las representaciones diplomáticas de México es la promoción de su cultura. Esta promoción cultural se realiza principalmente en la presentación de exposiciones de artistas mexicanos que viven en el país.

 

Die Liebestragödien in der Kunst, regt den Betrachter zum Nachdenken an; dies geschieht anhand eines universellen wie einzigartigen Elements wie der Blume- und ihres Schicksals.

Seide, Organische Elemente, Papier und Tinte 300×300 cm 2001

„Las tragedias amorosas en el arte“ este monumento a las flores invita al espectador a reflexionar usando como pretexto un elemento tan universal y único como la flor y ……su destino.

Seda, elementos orgánicos, papel y tinta 300×300 cm. 2001

 

Die Liebestragödien in der Kunst

Die Erfahrung als Sterbliche – Liebende – Tötende, die wir sind, eignen wir uns an, indem wir alle Erlebnisse vereinen, verbinden oder bewahren, zu denen uns die wilden Gefühle treiben: leiden, genießen, nachdenken, fühlen und lernen…
Wie oft hat man uns zu verschiedenen Anlässen Blumen geschenkt? Häufig, tausendmal, manchmal, mitunter rationiert…
Was versteckt sich hinter dem Blumenschenk? Vielleicht der Beginn einer Eroberung, eine Liebeswerbung, das Verliebtsein, Glück oder auch nur Höflichkeit …
Was empfinden wir, wenn wir Blumen erhalten? Verlegenheit, Schmetterlinge im Bauch, Glück, Bestätigung …
Was machen wir mit den Blumen, die wir bekommen? Sie ins Wasser stellen oder in die schönste Vase, sie auf verschiedene Vasen aufteilen, sie überall in der Wohnung verteilen, sie verschenken, wenn es zu viele sind, ihre Blütenblätter abzupfen, um zu erfahren, ob wir geliebt werden, sie einem schlechten Liebhaber vor die Füße werfen, sie in die Bio-Tonne werfen, wenn sie verwelkt sind oder der Stiel zu faulen und zu stinken beginnt …
„Die Blumen sind zum Betrachten da“ , sagen wir, wenn wir sie betrachten, aber intuitiv wissen wir, dass sie es sind, die uns betrachten. Womöglich lachen sie sogar über all die Leiden und Sorgen, von denen sie umgeben sind. Aus unserer unvermeidlich menschlichen Perspektive haben wir eine Sprache für sie erfunden, wir haben Ihnen Namen gegeben; wir säen, hegen, veredeln sie, wir verändern ihr Erbgut, schneiden sie ab und verschenken sie und letzten Endes entledigen wir und ihrer, denn wer möchte schon verwelkte und verblasste Blumen haben. Um an ihre Farbstoffe und Düfte zu kommen, haben wir sie sogar ausgequetscht. Geheiligt sei die Kosmetikindustrie! Unsere Aufgabe den Blumen gegenüber besteht darin, zu sehen und zu riechen. Ach die Blumen, die Blumen! Soviel ausdrucksvolle Frivolität, die imstande ist, auf gigantische und göttliche Art und Weise die Gefühle aller Liebhaber dieser Welt anzurühren. Aber – ist den Blumen eigentlich ein Denkmal gesetzt worden? Nein, ist es nicht, und es wird auch kein Denkmal geben, denn die Blumen sind in ihrer Gestalt, ihrem Duft, ihrer Farbe, ihrer Schönheit, ihren Dimensionen, ihrer Anzahl und ihre Besonderheiten an sich ein Denkmal. Und zu alldem, wie viele Liebhaber haben sie zusammengebracht und getrennt, zum Streit getrieben und wieder versöhnt, haben Illusionen geweckt und enttäuscht, haben sie hoffen und verzweifeln lassen? Hunderte, Tausende, Millionen …
Und jetzt stehen Sie vor einem Blumendenkmal oder – besser gesagt – vor einem Denkmal für die gefallenen Liebhaber, wo möglicherweise jede Blume ein Liebhaber ist oder vielleicht eine unendliche Geschichte erzählt, ein in den Blütenblättern verstecktes Gedicht, ein versprochener Kuss, eine unterbrochene oder unterlassen Liebkosung, vermutlich kann jede Blume eine komplette Geschichte erzählen von Dingen, die nicht mehr existieren … Ach, wenn die Blumen sprechen könnten ! Aber nein, nein, es ist besser, wenn wir sie ansprechen, für sie weiterhin Namen erfinden und sie zu den schönsten Anlässen weiter verschenken, zur geringsten Provokation,

Denn ohne Blume gäbe es keine Liebhaber auf dieser Welt.

Gabriel Hermida
Winter 2001 in Berlin.

 

Las tragedias amorosas en el arte

Asumimos la experiencia, en tanto que somos seres mortales-amantes-letales, al reunir, juntar o guardar todas las vivencias q las que los sentimientos salvajes nos orillan: a sufrir, gozar, reflexión, sentir, aprender…

¿Cuántas veces hemos recibido flores por diversos motivos?, muchas, miles, contadas, a veces racionadas… ¿Qué se esconde tras el obsequio de las flores?, acaso la primicia de una conquista, el cortejo, el enamoramiento, la felicidad o simplemente ese quedar bien… ¿Qué sentimos cuando recibimos flores?, rubor, mariposas en el estomago, felicidad, ratificación… ¿Qué hacemos con las flores recibidas?, ponerlas en agua, meterlas en el mejor florero, repartirlas en diferentes floreros, museografiarlas por toda la casa, regalarlas cuando son demasiadas, deshacerlas pétalo por pétalo para enterarnos si nos aman o no, arrojarlas a la cabeza del amante cuando es un mal amante, tirarlas a la biobasura cuando se secan o se les pudre el tallo y apestan.

„Las flores son contemplativas“, decimos al contemplarlas, pero sabemos intuitivamente que son ellas las que nos contemplan y quizá  hasta se ríen de todas nuestras aflicciones en torno suyo. Desde nuestra perspectiva irremediablemente humana les hemos inventado un lenguaje, las hemos nombrado; las sembramos, cultivamos, injertamos, mutamos, cortamos, obsequiamos y, finalmente, nos deshacemos de ellas porque secas y descoloridas nadie las quiere; incluso, las hemos exprimido para obtener sus colorantes y embotellar sus aromas. ¡santa sea la industria de la perfumería! Ver y oler es nuestra tarea frente a ellas. ¡Ah las flores, las flores!, tanta frivolidad expresiva capaz de mover los sentimientos de manera gigantesca, apoteótica, en todos los amantes reunidos de este mundo, pero, ¿existe acaso ya un monumento a las flores? No, no existe, ni existirá, pues por su forma, olor, color calidad, tamaño, cantidad y características, las flores son en sí mismas un monumento. Y, a todo esto, ¿a cuántos amantes han unido y separado o han hecho pelearse y perdonarse, ilusionarse y decepcionarse, esperar y desesperarse?, a cientos, miles, millones…

Y Usted se encuentra ahora frente a un monumento a las flores o, mas bien, frente al monumento a los amantes caídos, donde quizá cada flor sea un amante o acaso una historia infinita, un poema escondido entre pétalos, un beso prometido, una caricia suspendida, nunca dada, o quizá cada una contenga historias terminadas, finitas, que ya no existen más…¡Ah, si las flores hablaran!, no, no, mejor seamos nosotros quienes las hablamos, les sigamos inventando nombres y las sigamos regalando  en las mejores ocaciones, a la menor provocación,

porque sin la flores, no habría amantes en este mundo.

Gabriel Hermida

Invierno 2001 en Berlín

 

„Ricas carnes“ Los medios de comunicación nos ayudan a enterarnos de los sucesos actuales, de las últimas novedades y de lo que sucede en el mundo entero, finalmente nos enteramos solamente de lo que nos queremos enterar. Es tanta la pasividad en la comunicación que muchas veces nos confunden por entero, solamente digerimos lo que nos dan visualmente, la vista es tan rápida que solamente vemos con la orilla de la mirada, es decir, fuera de la orilla quedan muchas cosas flotando en el aire, en la oscuridad del cerebro, pero ¿qué tan conscientes estamos con el resto de la información? Estamos comiendo lo que creemos comer, pero en verdad; ¿qué es lo que comemos como resultado visual? Mejor no hay que comer……solo observar.

Acrílico, tinta y pigmento sobre lienzo 100×70 cm. 2001